Enfrentando la Navidad

Dic 12, 2012   //   by Nuria Ros Cubel   //   Artículos  //  Sin comentarios
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Enfrentando la NavidadValencia a fecha clave 12 del 12 del 2012
Bueno, como viene sucediendo cada vez más en la última década cada vez las campañas publicitarias de consumo adelantan más la fecha que recuerda persistentemente que llega la entrañable Navidad. De este modo nos encontramos en los establecimientos con nuestro tradicional turrón en el mes de Septiembre, quizás sea que desean reforzar cierta corriente que sostiene que Jesús, emblema central de la Navidad nació en este mes y no el veinticuatro de Diciembre. Ahora que el representante máximo de la iglesia católica ha comunicado que en el portal de Belén no habían animales que aportaran calor al recién nacido, pues también podemos aceptar que los comerciantes anticipen la celebración invitando al gasto para suplir las carencias de los individuos.

Observando la que está cayendo en nuestro social gracias a esa crisis económica, de la que al parecer ahora entienden hasta las ranas y existe un uso de la jerga financiera como quien canta la canción del verano, resulta casi sarcástico escuchar los sonsonetes de los medios o la visión reiterada de imágenes de lujo que insistentemente como vieja gramola rayada repiten: “COMPRAD, COMPRAD, COMPRAD Y HACED FELICES A LOS SERES QUERIDOS”.

Resuelto pero ¿qué? A lo mejor es que en esa reunión variopinta de parientes cercanos y lejanos, muchas veces un tanto forzada, donde existen varios vectores confluyentes que son: ingesta desmedida de alimentos como si el mundo se fuera a acabar, críticas solapadas o no a los asistentes sobre su aspecto, comportamiento o aportación, regalos obligatorios que hasta se pueden reciclar para otros compromisos ulteriores, se encuentra la respuesta a “todos los males”.

Si buceamos en los orígenes de la Navidad y su tradición nos hallaremos con las raíces paganas y si profundizamos más veremos que el cristianismo las rechaza. Evidentemente han adquirido tal dimensión y tal arraigo que es poco menos que impensable el eliminarlas del calendario.

Nos remontamos a los romanos y a la adoración a Saturno con la celebración de las Saturnalias y las Brumalias desde el diecisiete de diciembre, siendo cumbre el veinticinco ya que era “natalis solis invicti”, o sea el nacimiento del sol invicto, marcando el solsticio de invierno, o el renovar de nuevo el proceso de alargar la luz solar. Se realizaban actos, festejos, rituales y espectáculos muy parecidos a los nuestros actuales, por no decir idénticos. Puede ser que los incipientes cristianos, siendo perseguidos por aquel entonces y no queriendo llamar la atención, decidieran homenajear a Jesucristo o “el hijo de la luz” en la misma fecha ya que con la confusión y algarabío de esos días casi seguro pasaran desapercibidos.

Existen aspectos históricos sumamente interesantes sobre los que reflexionar, por ejemplo saber que la tradición del árbol adornado navideño es originaria de los egipcios, después de los babilonios, llegó a los romanos y se extendió con los romanos. Vamos poquito cristiano. Los druidas, tres siglos antes de Cristo también nos pueden aportar mucha información sobre nuestra celebración cristiana.

Venga, de donde venga el hecho es que ahora, en el momento presente la Navidad representa tiempo de amor, paz, perdón, unión y armonía, incluso para muchos que no están incluidos entre los cristianos.

Muchas personas cuando se aproximan estas fechas empiezan a sentirse apenadas, tristes, malhumoradas. Algunas porque piensan y se centran en su soledad, bien porque sean muy mayores y han fallecido la mayoría de sus amigos y familia, y con los miembros que les quedan existe una distancia emotiva a lo largo de todo el año y que a malas penas, no obstante los cantos de amor y alabanza se palia en estas fechas. Otros porque llevan una vida muy activa e independiente, y todo a su alrededor durante estos significativos días les hace constatar que “están perdiendo, o han perdido el calor de la familia”.

Algunas personas anhelan estas celebraciones para continuar a alimentar el espejismo de lo que querrían que fuese y que con alta probabilidad no será.

Es obvio que no vamos a negar que existen familias que respiran el “espíritu navideño” con convicción, lo cual no excluye que en “todas las casas se cuecen habas y en mi casa calderadas”, o dicho de otro modo en la más halagüeña de las circunstancias y de los vínculos parentales más saludables siempre hallamos desencuentros y desapuntos aunque “se salga magnífico en la foto”.

No nos extendamos más, cada uno de nosotros se enfrentará a esta hipotética subida de endorfina socio-cultural como pueda, pero un intervalo tan escaso de tiempo como una semana, aunque se practique activamente la amnesia temporal, no eliminará de un plumazo ni los miedos, ni la falta de comunicación, ni la depresión, ni la baja autoestima, ni la ansiedad, ni los malos tratos, ni los rencores, ni… por el contrario se enerva lo ya preexistente.

Resistid es un corto período y podréis superar el ataque frontal de los centros comerciales y la obligatoriedad de ser felices aunque no sepáis por qué.

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