Amor (Diccionario Psicológico)
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Amor: Según la R.A.E, sentimiento intenso del ser humano que partiendo de su propia insuficiencia necesita y busca el encuentro y unión con otro ser. ¡Qué lástima!, ¿no? Vamos a extender un poco más y al menos diremos que es el sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o a algo. Continúa siendo escaso si consideramos la profusa literatura sobre el tema y las consecuencias personales e históricas.
De qué amor vamos a hablar,¿ del científico, del filosófico, del religioso, del artístico?
Pues no, vamos a centrarnos en ese que se viene llamando la “química del amor”. Manantial de reacciones emocionales, con descarga neuronal y la contribución de las hormonas y compañeros de viaje. Empieza la carrera de velocidad en el hipotálamo, que envía los mensajes a las diferentes glándulas que a su vez ordena a las suprarrenales que aumenten la adrenalina y la noradrenalina.
Y ya lo logramos pulsaciones a ciento treinta por minuto, presión sistólica arterial y a liberar grasas y azúcares para poner la musculatura en acción. Generando glóbulos rojos para oxigenar. Tenemos una revolución orgánica. Nuestro Sistema Nervioso Autónomo se erige rey. Rápido recorrido desde la corteza cerebral, pasando por las neuronas e implicando el sistema endocrino. A producir feniletilamina (compuesto de la familia de las anfetaminas), nuestra droga interna como locos. Al estar inundados de feniletilamina, respondemos con la secreción de dopamina, norepinefrina y oxitocina y comienza la labor de los neurotransmisores que nos transportan al éxtasis.
Para resumir este estado haremos referencia a dos ilustres. Según Ortega y Gasset :”un estado de imbecilidad transitorio”, o como dijo Jacinto Benavente:”El amor es como Don Quijote, cuando recobra el juicio es para morir”.
Claro, es un estado insostenible por mucho tiempo, el impulso de la pasión decae y da paso al narcótico. Y se entra en una mayor calma donde lo que predomina es el sentimiento de pertenencia, de seguridad, comodidad, estabilidad, y se realiza el apego. Nuestra química vuelve a su tarea y aparecen las endorfinas (componentes químicos de estructura similar a la morfina y otros opiáceos).
Para conservar la relación hay que buscar otros mecanismos que establezcan vínculos, intereses comunes, empatía, porque si no al descender los efectos de la burbuja química, la pareja puede entrar en la reacción contraria. El poder estimulante pasa a los sentimientos y emociones compartidas, ya que si esto no se cumple, y se mantienen las relaciones por obligaciones sociales y económicas adquiridas, con una química volatilizada la convivencia forzada se convierte en un purgatorio dantesco.
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