El síndrome de la cabaña y algo más

May 17, 2020   //   by Nuria Ros Cubel   //   Artículos  //  Sin comentarios
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El síndrome de la cabaña y algo más

Transcurridos prácticamente dos meses desde el confinamiento entre otros temas ya es habitual leer y escuchar el renombrado ‘síndrome de la cabaña‘, traducción literal del inglés ‘cabin syndrome’, acuñado allá en los inicios del S. XX para describir un tipo de estado mental que también se conoce como ‘locura de pradera‘ o ‘locura de montaña‘. Pero en qué consiste realmente este síndrome. Se distingue como un estado de inquietud, depresión e irritabilidad generado por una estancia prolongada en un lugar confinado o en un área remota. En sus inicios quien lo etiquetó lo asoció con la deprivación estimular y los posibles efectos secundarios reales y tangibles con el impacto perjudicial para la persona que vivía en zonas lejanas, no habitadas y con inclemencia climática que la dejaba aislada por períodos prolongados de tiempo. Entre las personas que lo han sufrido no hay unanimidad sobre los síntomas exactos ni en qué orden aparecen. Los más comunes son una sensación de desasosiego, de sentirse enjaulado, labilidad anímica, irascibilidad, soledad, impaciencia, aburrimiento y frustración.

Más allá de su definición inicial se extendió este síndrome para las víctimas de secuestro, presos que han tenido condenas largas o pacientes que han estado ingresados en un hospital durante mucho tiempo. El núcleo esencial de este síndrome es el miedo a cambiar de entorno, aunque la persona se halle en un lugar que no le es placentero ni ideal, pero lo percibe como seguro. Se puede llegar hasta sentir pánico o fobia por abandonar el espacio conocido y controlado.

También hay que destacar la experiencia opuesta que sería la ‘fiebre de la cabaña‘, en inglés ‘cabin fever’, trata de la reacción de agitación, inquietud, desesperanza, dificultades en la concentración e incluso ira, ante la imposición externa de permanecer cerrado en un espacio sin libertad de movimiento.

El síndrome de la cabaña y algo másLa circunstancia que estamos viviendo con el estado de alerta y la reclusión en nuestras casas de una forma abrupta y con un cambio radical en un alto porcentaje de nuestros hábitos y rutinas, sí que en algunos aspectos puede tener similitudes con el ‘síndrome de la cabaña‘ pero también hay características que marcan su diversidad. Entre otros aspectos la mayoría se hallan encerrados en su “dominio y espacio de control”, al menos en esta sociedad, no exentos de comodidades y abastecidos en las necesidades básicas y algo más, el aislamiento es relativo ya que muchos están compartiendo esta experiencia con su familia o con personas próximas, las redes sociales “arden”, la telecomunicación llega a ser agotadora, la información fidedigna o no, invasiva, vamos estímulos precisamente no faltan incluso saturan.

Sería interesante conocer la situación psicológica previa de la persona al confinamiento para también entender su respuesta, su adaptación y su resiliencia. Obviamente si ya padecía de algún trastorno su afrontamiento puede ser más complejo y emerger algún problema. Esta experiencia del coronavirus, “una guerra sin bombas”, que marca un antes y un después, a algunos les puede afectar con las características que hemos mencionado del síndrome de la cabaña, otros sólo están deseando retomar “su vida de siempre” sin más reflexión, con actos de “normalizar lo desconocido y quitarle importancia”, algo que puede ser temerario y no valeroso, en cambio otros han vivido una pausa en su existencia que yo denominaría el ‘síndrome de la cueva‘, éste sería el refugio confortable y seguro con los que más quiere o incluso en soledad consigo mismo y que le ha permitido por justificación mayor, cesar la actividad habitual y los contactos por el estado de alarma, alejando, retrasando y quién sabe si hay fortuna y hasta lo puede eliminar definitivamente el enfrentar sus fantasmas y lo que no soporta de su día a día.

Es posible que algunas personas se encuentren con una aparente contradicción porque a lo mejor en un inicio de este confinamiento sintieron gran ansiedad y angustia por interrumpir su ritmo de vida y costumbres ante la obligación de parar y permanecer en casa pero en cambio cuando se ha empezado a conceder salidas controladas y se va aproximando la opción de retomar la actividad anterior emerge el miedo por salir a la calle, a contactar con otras personas fuera de las paredes de la propia casa, temor a realizar tareas que antes eran cotidianas como trabajar fuera del refugio del hogar, coger medios de transporte público, relacionarse con otras personas conocidas…

Para poder enfrentar este temor a abandonar el espacio de seguridad, las salidas a la calle deberán ser graduales de manera que la persona pueda ir regulando qué necesita y cómo. Conveniente y adecuado hacer una asociación placentera vinculada al contacto con el exterior por ejemplo disfrutar del sol en la piel, facilitar el contacto con algo de naturaleza como un parque o el mar. Si la experiencia resulta grata es algo más fácil que se vuelva a repetir al día siguiente. Otro aspecto importante para aliviar los síntomas del ‘síndrome de la cabaña’ es respetar y seguir los protocolos estipulados de seguridad. Frente al miedo al contagio estas pautas de distanciamiento social, lavado de manos y uso de mascarilla (entre otras) pueden proporcionar cierta sensación de seguridad. Ante todo hay que escucharse y atender a las propias necesidades para lograr respetarse así mismo y a los demás. Esta situación es excepcional y no hay una única manera correcta de superarla. Es normal tener miedo como también es normal querer superarlo. Si la persona siente que le genera malestar la idea de salir al exterior es importante que busque ayuda. Dejarse acompañar es un acto de generosidad consigo mismo.

En el confinamiento se han detectado un repunte en las adicciones y las conductas adictivas habiendo aumentado el consumo de alcohol y adicciones comportamentales como el juego patológico, siendo muy accesible a través de Internet, así como el uso desadaptativo de las ‘pantallas’.

Significativamente en parejas cuya relación es conflictiva o está erosionada, al parecer, quizás por puro instinto de supervivencia, se ha aplazado la lite para después cuando pueda haber vías de salida así como de apoyo personal, psicológico, legal para su causa.

Queremos pensar que la gran mayoría de los problemas de las personas se solucionarán con respuestas adaptativas o mediante consultas puntuales. Esto no excluye que se puedan tener momentos de inquietud, de estar hartos, de ansiedad o de rabia, pero serán superables. Como ya habíamos mencionado anteriormente, el principal factor de riesgo es la existencia de problemas psicológicos o psiquiátricos previos, así como la exposición a la enfermedad y a la muerte en el entorno inmediato. Nos podemos encontrar ante graves cuadros de ansiedad, depresión así como casos de estrés postraumático que requerirán tratamiento especializado. Es comprensible que quienes han vivido la enfermedad o la muerte en su entorno más próximo tienen más riesgo de necesitar ayuda psicológica tras el confinamiento.

No lo dude en requerir apoyo profesional psicológico en el caso se encontrara con algunos de los cuadros que hemos descrito como la ansiedad, la depresión, el impacto bloqueante por el temor… además de superarlo puede también salir enriquecido a nivel personal.

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